Artículo de Benjamín García Sanz publicado en La Gaceta
No hay una relación lineal entre la posición económica y la orientación del voto
Leyendo el último barómetro de 2010 del CIS, me han sorprendido los datos sobre la posición ideológica y política que adopta la población española mayor de 18 años, según su situación económica. Llama la atención la emisión del voto hacia los partidos políticos, dejando ver a las claras la enorme contradicción que se advierte al relacionar izquierda y clase económica baja, y derecha, y clase económica alta.
Según la citada fuente, hay un 30,2% que clasifica su condición económica de muy buena o buena; un 47,6%, de regular y otro 19,2%, de mala o muy mala. Sorprenden los que dicen tener una situación económica buena o muy buena. Cuando recuerdan el voto emitido en las elecciones generales de marzo de 2008 indican que su voto fue para el PSOE, 27,7%; PP, 36,5%; IU/ICV, 41,1%; CiU, 37,8% y otros, 40, 7%.
Destacan dos circunstancias: que los votantes de IU/ICV tienen una posición económica más alta que los votantes del PSOE y del PP; y que esta situación es también aplicable a CiU. A la luz de estos datos no se puede defender que los votantes del PSOE sean de izquierdas y de posición económica baja, lo contrario de los del PP, a los que se considera de derechas y ricos.
El estatus económico de los votantes del PSOE es, en el 49% de los casos, de clase alta y media; el 32,8%, de obreros cualificados y el 18,3%, de obreros sin cualificar; algo diferentes son los datos de los votantes del PP, que se definen en el 63,7% de clase alta y media, el 22,7% son obreros cualificados y otro 13,5%, obreros sin cualificar. El perfil socioeconómico de los votantes de IU/ICV se parece mucho a los votantes del PP: el 56,3% son clase alta y media; el 29,6% obreros cualificados y el 14,1%, obreros sin cualificar. Tampoco sorprenden los datos de CiU, o de los votantes de otros partidos, que se ubican mayoritariamente entre la clase alta y media, y con poca presencia de obreros sin cualificar, el 5,7%, en CiU y el 10,9%, en los votantes de otros partidos.
Después de leer estos datos no procede seguir dividiendo la población española entre ricos y pobres; derechas e izquierdas. Hay una clase alta o media alta, que supone el 18%; una clase media, en la que se encuentra ubicado el 37% de la población; una clase trabajadora cualificada, que supone el 30%, y una clase obrera sin cualificar, que afecta al 15%. Estos datos nada tienen que ver con la orientación del voto.
Propongo una nueva división: por supuesto que hay ricos y pobres; gentes que se consideran de derechas y de izquierdas, pero no hay una relación lineal entre voto y posición económica.
Hay gente que tiene una posición económica desahogada que vota siempre a la derecha, como hay otros que están en la posición económica contraria, que votan a la izquierda. Junto a ellos, y a su coherencia, hay otra posición que también es sincera, gente que tiene una posición económica alta y piensa que es la izquierda la que mejor soluciona los problemas del país, como lo contrario, gente humilde y sencilla que piensa que es la derecha la que va a hacer las cosas de forma más justa y razonable. Ambos son sinceros, aunque sus posiciones políticas y económicas sean dispares. Es sincero, también, el que independientemente de su posición económica, dice ser de izquierdas o de derechas en función de los valores en los que cree: aborto sí, aborto no; gay como matrimonio o simple consenso; respeto a la religión, o erradicación de toda huella religiosa; respeto a la tradición o innovación a toda costa.
Hay un segundo grupo que defino como falso. Se trata de gentes que defienden su posición, sea de derechas o de izquierdas, porque viven de ella; no acomodan su situación a su ideología, sino al revés, su ideología a su situación. Primero se colocan y después legitiman su posición con ideas que al principio no suelen creerse, pero que a base de repetir, son las que orientan sus vidas.
Hay un tercer grupo que son a los que llamo ambiguos y faltos de posición. Son los que siempre se ubican en lo políticamente correcto. Son el grupo que siempre juega a ganador. Lo hizo en tiempos de Franco porque no cuestionó para nada el régimen, y lo hace ahora, porque no quiere significarse ante los demás. Así cree que saca más ventaja. De ellos hay que decir que no han madurado, van cambiando para acomodarse ante la nueva situación. Ellos no potencian el cambio, más aún, manifiestan cierta ambigüedad ante él, pero son los primeros en tomar postura, cuando tienen visos de que éste va a prosperar, para seguir sacando ventaja.
Es bueno definir de otra manera las cosas y preguntarse si una persona pertenece al grupo de los verdaderos o de los falsos; de los que opinan sin esperar nada a cambio o, en su opinión, están intuyendo cómo va a reaccionar el contrario. Aceptemos que es bueno en ocasiones callarse para no herir al que nos está escuchando, pero valoremos también la lógica de la libertad que nos invita a expresar nuestra opinión, lo mismo que hace el que no opina como nosotros.
*Benjamín García Sanz es catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
1 comentario:
Y yo qué debo hacer: creer a un catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid o basar mi conclusión en que una persona se aventura a desprender posturas de blanco y negro a partir de ámbitos humanos tan dispares en educación, cultura, posición, suerte, lengua, momento político, personal, carácter... en número millonario, desarrollados a partir de un resultado del CIS dependiente del tiempo político y de la suerte de las muestras. Para relacionarlo con dos posturas antagónicas en sus principios primeros y cuyos portavoces adaptan a la realidad vigente con contradicciones indefendibles, mientras niegan a cada trozo de pueblo la oportunidad de conservarse como mismo y orgulloso pueblo. Una sinrazón, desde mi perspectiva.
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