viernes, 14 de mayo de 2010

El Zapatazo

Artículo de Roberto Blanco Valdés publicado en La Voz de Galicia

Antes del miércoles, José Luis Rodríguez Zapatero había hecho ya méritos sobrados para pasar a la historia como el peor presidente que, con gran diferencia sobre sus predecesores, ha tenido España en las últimas tres décadas: había sido el único que, mintiendo a los españoles, se había atrevido a hablar de política con ETA; el directo causante de haber puesto patas arriba nuestro Estado de las autonomías; el hacedor de una desastrosa política exterior y el impulsor de un destrozo institucional sin precedentes.
Desde este miércoles es, además, el responsable del mayor atentado que han sufrido millones de españoles contra sus derechos laborales y millones de pensionistas contra la más importante seguridad ganada en estos años: la del automatismo en la revalorización de sus pensiones. Y es que, desde el miércoles, millones de pensionistas y millones de trabajadores españoles se han convertido en la carne de cañón de la torpeza, la frivolidad y la supina incapacidad de un presidente, que no ha hecho más que equivocarse desde que, mucho antes de que él reconociera su existencia, la crisis comenzó a verse con claridad en el horizonte.
Violando acuerdos formales firmados previamente por el Ejecutivo, traicionando las promesas electorales del PSOE, contradiciendo lo afirmado una y mil veces por él dentro y fuera de las Cortes, Zapatero, cuya palabra no vale ya absolutamente nada, ha decidido de la noche a la mañana, improvisando como siempre, que los funcionarios y los pensionistas deben ser los paganos de las previas alegrías del Gobierno -cuando tiraba por miles los millones para ganar las elecciones- y de la política demencial con la cual ese Gobierno ha puesto al país al borde del abismo.
Porque esa es la cuestión. Este Zapatazo -que de haber sido decidido por un Gobierno del PP hubiera ya puesto a medio país en pie de guerra- no solo es injusto porque no va afectar a los trabajadores en activo en función de sus rentas, sino solo en función de su condición laboral, y porque va a cargarse sobre las espaldas de millones de pensionistas que llegan a fin de mes a duras penas. No solo es discutible porque, al afectar a la capacidad de gasto de los asalariados y pensionistas, puede contraer la demanda y provocar más recesión.
No, el Zapatazo es inaceptable, sobre todo, porque lo exige el mismo que ha provocado que el ajuste sea necesario. Pues la condición indispensable para que un gobernante pueda presentarse ante sus conciudadanos a pedirles sudor y lágrimas es que la necesidad de ese sudor y de esas lágrimas no nazca de la inutilidad e irresponsabilidad del propio gobernante. Tal resulta el caso de Zapatero, quien es, por ello mismo, un gobernante literalmente impresentable

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