El uso y abuso del término "liberal" no debe llevar a engaño. El liberalismo exige tener unos principios claros y una voluntad para mantenerlos contra viento y marea. Hoy el vendaval antiliberal se llama PSOE.
La política de los últimos cuatro años de Zapatero puede calificarse, en sentido estricto de antiliberal, y además en el sentido más peligroso del término, puesto que el proyecto del reelegido presidente es global y total, afectando a todas las áreas de lo social. En lo educativo, Educación para la Ciudadanía es un asalto típicamente totalitario al principio de no injerencia del Estado en la educación familiar. En política exterior, Zapatero ha ido sistemáticamente apartándose de las potencias democráticas para acercarse a países y grupos que combaten y luchan abiertamente contra el liberalismo. Y ha renunciado a apoyar a los demócratas iraquíes que se juegan la vida cada día para construir un régimen digno en Irak.
En política antiterrorista, la negociación a escondidas entre el PSOE y ETA sobre el futuro político de los vascos es, desde el punto de vista liberal, una aberración incuestionable, por lo que conlleva de desprecio a las vidas arrebatadas y de desprecio al imperio de la ley. En política económica, en estos cuatro años se ha producido una continua injerencia del Estado en la vida empresarial; concesión de canales de televisión a dedo, OPAS teledirigidas, presiones a los bancos, intromisión en el mercado. Económicamente, Zapatero está sumiendo a España en la pesadilla del liberalismo económico: la inseguridad jurídica, el sometimiento de la sociedad civil a la arbitrariedad del poder.
En el aspecto judicial, el asalto al poder judicial de los socialistas es esencialmente antiliberal. No contentos con enterrar a Montesquieu, en esta legislatura el PSOE se dedicará a incinerarlo hasta que de la separación de poderes no queden ni las cenizas. Es deber de todo aquel que se diga liberal tratar de impedírselo.
En el caso de los "temas sociales", respecto al aborto, la eutanasia y la investigación embrionaria más vale no andarse con engaños; cada vez más, se está otorgando al Estado la facultad para decidir quién vive y quién no en nuestra sociedad. Una pesadilla para cualquier liberal. Como también lo es el hecho de que no exista el derecho del niño a tener unos padres, sino el derecho de los padres a poseer un niño, que es en lo que está ahora ocupado Zapatero.
No seguiremos más. El proyecto de Zapatero para España para estos cuatro años es estrictamente antiliberal; un proyecto que cercenará la libertad de expresión, que mutilará la libertad de mercado, que hará y deshará a voluntad sobre el derecho a la vida de personas mayores, que arrebatará a los padres el derecho de educar a sus hijos y dará al Estado la capacidad de matar legalmente. Un proyecto construido desde el odio al liberalismo que Zapatero nunca se ha preocupado de disimular, y que le llevó, le está llevando y le llevará a pactar con las fuerzas reaccionarias que odian al liberalismo.
Por eso, al liberal le queda únicamente una postura; combatir con todas sus fuerzas, dentro de sus posibilidades y dentro de los límites de la ley, el proyecto que Zapatero tiene para España. Y es que el liberalismo no sólo no implica renunciar a los principios; precisamente se caracteriza por defender el pluralismo, la libertad individual y la igualdad ante la ley en todo momento y lugar. Por eso, quienes piensen en moderación, prudencia y entendimiento con la política de Zapatero pueden hacerlo; pero al menos deberán cuidarse de hacerlo en nombre del liberalismo. Y es que el liberalismo es moderación y prudencia, pero no moderación y prudencia ante la inmoderación y la imprudencia de proyectos como el del eje socialista-nacionalista de Zapatero. Esta moderación es la negación del liberalismo.
El uso y abuso del término "liberal" no debe llevar a engaño. El liberalismo exige tener unos principios claros y una voluntad para mantenerlos contra viento y marea. Hoy el vendaval antiliberal se llama PSOE. Así que si alguien en el Partido Popular tiene la tentación de consentir o contemporizar con el proyecto de Zapatero, estará en su derecho, pero no sólo no lo hará en nombre del liberalismo, sino que lo hará frente a él.
En política antiterrorista, la negociación a escondidas entre el PSOE y ETA sobre el futuro político de los vascos es, desde el punto de vista liberal, una aberración incuestionable, por lo que conlleva de desprecio a las vidas arrebatadas y de desprecio al imperio de la ley. En política económica, en estos cuatro años se ha producido una continua injerencia del Estado en la vida empresarial; concesión de canales de televisión a dedo, OPAS teledirigidas, presiones a los bancos, intromisión en el mercado. Económicamente, Zapatero está sumiendo a España en la pesadilla del liberalismo económico: la inseguridad jurídica, el sometimiento de la sociedad civil a la arbitrariedad del poder.
En el aspecto judicial, el asalto al poder judicial de los socialistas es esencialmente antiliberal. No contentos con enterrar a Montesquieu, en esta legislatura el PSOE se dedicará a incinerarlo hasta que de la separación de poderes no queden ni las cenizas. Es deber de todo aquel que se diga liberal tratar de impedírselo.
En el caso de los "temas sociales", respecto al aborto, la eutanasia y la investigación embrionaria más vale no andarse con engaños; cada vez más, se está otorgando al Estado la facultad para decidir quién vive y quién no en nuestra sociedad. Una pesadilla para cualquier liberal. Como también lo es el hecho de que no exista el derecho del niño a tener unos padres, sino el derecho de los padres a poseer un niño, que es en lo que está ahora ocupado Zapatero.
No seguiremos más. El proyecto de Zapatero para España para estos cuatro años es estrictamente antiliberal; un proyecto que cercenará la libertad de expresión, que mutilará la libertad de mercado, que hará y deshará a voluntad sobre el derecho a la vida de personas mayores, que arrebatará a los padres el derecho de educar a sus hijos y dará al Estado la capacidad de matar legalmente. Un proyecto construido desde el odio al liberalismo que Zapatero nunca se ha preocupado de disimular, y que le llevó, le está llevando y le llevará a pactar con las fuerzas reaccionarias que odian al liberalismo.
Por eso, al liberal le queda únicamente una postura; combatir con todas sus fuerzas, dentro de sus posibilidades y dentro de los límites de la ley, el proyecto que Zapatero tiene para España. Y es que el liberalismo no sólo no implica renunciar a los principios; precisamente se caracteriza por defender el pluralismo, la libertad individual y la igualdad ante la ley en todo momento y lugar. Por eso, quienes piensen en moderación, prudencia y entendimiento con la política de Zapatero pueden hacerlo; pero al menos deberán cuidarse de hacerlo en nombre del liberalismo. Y es que el liberalismo es moderación y prudencia, pero no moderación y prudencia ante la inmoderación y la imprudencia de proyectos como el del eje socialista-nacionalista de Zapatero. Esta moderación es la negación del liberalismo.
El uso y abuso del término "liberal" no debe llevar a engaño. El liberalismo exige tener unos principios claros y una voluntad para mantenerlos contra viento y marea. Hoy el vendaval antiliberal se llama PSOE. Así que si alguien en el Partido Popular tiene la tentación de consentir o contemporizar con el proyecto de Zapatero, estará en su derecho, pero no sólo no lo hará en nombre del liberalismo, sino que lo hará frente a él.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
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